domingo, 17 de abril de 2011

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Muchos éramos los llamados y pocos los elegidos


….Sí. Como si se tratara de la mismísima e implacable ley de la supervivencia, así de sencillo, pero de ese asunto todavía no me voy a ocupar porque antes hay otras cosas no menos baladíes que forman parte imprescindible de esta historia.

Pasaban tan sólo cinco minutos de las 8:00 h cuando el grupo se movilizaba en busca de aquello que muchos perseguimos y que nunca sabemos el momento y el lugar dónde lo vamos a encontrar, pero al fin y al cabo es de las cosas que nos mantienen vivos y que como si de un acto reflejo o un movimiento involuntario se tratara, unifica la razón y la pasión.

Sin prisa pero sin pausa. Contamos con la telemetría de la última ruta del 09 de Enero. Sabemos (salvo fuerza mayor) que es lo que tenemos que hacer y en la medida de lo posible debemos de mejorar los registros de ese día; obstinados y perseverantes estamos en ello. Tan sencillo como mantener un ritmo lo más constante posible, sin altibajos ni sobresaltos. Hay que dosificar las fuerzas. Esto es tan así que, en más del 85% del recorrido no se produce ninguna ruptura del pelotón. Es como si formásemos un único cuerpo, un solo corazón.

Nos aproximamos ya a nuestro primer objetivo, los molinos eólicos de Madridejos. Una subida relativamente corta en la que no te da tiempo a dosificarte, eso sí, muy tendida, como todas las que hoy nos esperan. Se acabaron las conversaciones, se prohíbe hablar bajo multa de una subida repentina de 10 pulsaciones o más, el silencio nos acompaña como testigo de nuestro esfuerzo. El sordo sonido de las transmisiones retorciéndose advierte a nuestras piernas que esta es una lucha sin cuartel entre nosotros y la propia física. Tan sólo aquel con una composición química en su cuerpo mejor compensada que la de los demás (me refiero a la testosterona), logra llegar primero a la cima. No ha sido más que el primer parapeto de la jornada, así que, no hay tiempo para ilusiones y descontroles que nos distraigan, e iniciamos sin interrupción, rumbo al siguiente objetivo, los molinos de Consuegra.

Velocidad contante, cadencia de pedaleo constante, el grupo unido y la vista fijada en la lejanía. Somos una máquina perfectamente sincronizada al mismo golpe de biela. El camino nos invita a ir ligeros y como caballeros que somos aceptamos la invitación. Vamos muy rápidos.

Llegamos a Consuegra y, al atravesar sus calles, de repente, todos nos sentimos más pequeños, se nota que llegamos a un lugar solemne cargado de historia y de historias. Estamos a los pies del lugar que vio los últimos suspiros de vida de Diego Rodríguez (hijo único del Cid) a manos de los almorávides. Es imponente ver que en muchos siglos todo está donde estuvo, donde tiene que estar. De nuevo el silencio de nuestro esfuerzo a alguno que otro nos ayuda a evocar tiempos gloriosos en los que se luchaba con un sentimiento común por una causa tan justa como nuestra propia libertad…….Que tiempos aquellos. ¡¡¡¡¡¡¡¡Viva Castillaaa!!!!!!!!!!

Apenas hemos llegado al ecuador de la jornada, pero algún compañero nota ya ciertos síntomas de cansancio. Afortunadamente hasta Puerto Lápice queda una buena distancia de llano pedaleo en la que da tiempo a recargar los depósitos de glucógeno antes de afrontar la siguiente subida….Eso que me pensaba yo, pero no contaba con que este trayecto iba a ser a golpe de maza. Algo pasa en el grupo y, es que, resulta que ha despertado el instinto competitivo y el estrés por no perder “la cabeza”, no la que lleva el casco, sino “la tête de la course”, nos lleva a más de uno a tirar de reservas. Por primera vez el pelotón se va estirando y como ocurre en la sabana africana los menos preparados van a ser víctimas de los depredadores, en este caso de los elementos.

Tenemos dos bajas, es duro, sí, pero hay que seguir, no podemos detenernos, la suerte está echada y no vale esperar, todos hemos elegido jugar al mismo juego, por lo tanto correr con los mismos riesgos.

Por fin!!! Al llegar a Puerto Lápice se baja un poco el ritmo, aunque es sólo un espejismo pues detrás de eso se esconde la subida a los molinos. El tiempo justo para coger una bocanada de aire y….UP!! Para arriba.

Vaya tela. Todos los ascensos de hoy son iguales. Son tan cortos que no te da tiempo a dosificarte y coger un ritmo cómodo. Son cuestas que se te van atragantando una tras otra de tal forma que te vas dejando en ellas parte de tu soplo vital, es decir, como si a un enfermo se le administrase para su cura una sobredosis del medicamento que se supone lo tiene que curar y lo que hace por tanto es quitarle la vida poco a poco. A todo esto y, de nuevo vuelvo a sacar el símil de la ley de la supervivencia: Sólo los más jóvenes son los que tienen mejores opciones y por lo tanto llegan primero; aunque bien es verdad que en ocasiones la experiencia puede suponer cierta ventaja. La naturaleza es sabia.

Tras la bajada de los molinos del Puerto por el sendero, nos reagrupamos para hacer recuento de la manada. Ya sabemos que no estamos todos, que algunos han caído, pero el final está ahora más cerca y hay que ver cómo están los ánimos.

Se inicia de nuevo la marcha. Todavía es pronto para calcular las fuerzas que quedan pero al menos de tiempo vamos muy bien. Llevamos 73 km y el reloj pasa apenas de las 12:00 h. Esto de contar con la telemetría de la ruta de Enero nos otorga cierta ventaja logística a los que la volvemos a hacer.

Seguimos avanzando, el tiempo apremia y a ritmo raudo y veloz así lo ponemos de manifiesto. Nadie quiere ser víctima de los elementos y pone todo lo que está de su parte para que esto no suceda.

El enfermo está cada vez más débil y se le siguen administrando medicinas en dosis desproporcionada. Barritas, geles y demás pócimas se han terminado, y es necesario exprimir lo que nuestros humildes cuerpos tienen dentro y esto lo hacemos de la única forma que sabemos, sufriendo, luchando contra nuestra mente en una batalla abierta en la que la traición juega un papel importante.

Aunque suave, engaña. La Sevillana se muestra implacable y sin piedad para los que vienen justos de fuerzas. No duda ni lo más mínimo en dar un zarpazo mortal a unos cuantos miembros de la manada que deciden no plantar batalla.

Una vez coronada la Sevillana todo parece un poco más fácil, es cuesta abajo, pero no hay que bajar la guardia porque una vez que se llegue al llano nos encontraremos con el aire de cara dispuesto a chuparnos el soplo vital que nos queda. De eso nada!! Si hemos llegado hasta aquí es porque tenemos un objetivo y aunque pocas fuerzas, sí muchas ganas de luchar y, estamos dispuestos a asestar el golpe definitivo al nuestro plan, la subida de los molinos.

Tan sólo hemos quedado tres de doce, vaya despulgue. Los demás que a punto han estado, se han dejado sucumbir por el “lado oscuro”. Hoy la naturaleza se ha pronunciado de esta guisa. Mañana cómo lo hará? Esto es así, hoy hemos sido unos y otro día les tocará a otros. Lo más importante es que detrás de todo lo que aquí se cuenta está (y me parafraseo) aquello que muchos perseguimos y que nunca sabemos el momento ni el lugar dónde lo vamos a encontrar, pero al fin y al cabo es de las cosas que nos mantienen vivos y que como si de un acto reflejo o un movimiento involuntario se tratara, unifica la razón y la pasión.

Muchos éramos los llamados y pocos los elegidos.




Datos de la ruta:

Distancia…………………….….93 km
Tiempo de pedaleo..……...04:29 h
Veloc. media………………..21 km/h
Desnivel positivo……….…….850 m

3 comentarios:

HORUS dijo...
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HORUS dijo...
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GINETAS BIKERS BTT PALAFOLLS. dijo...

caramba ,cuanto sufrimiento !!! pues nada, solo me queda dar la enhorabuena a los mas valientes y a los que acabaron la gran ruta kilometrica ,al resto tambien y que con ello demostraron su esfuerzo e ilusion por poder acabarla.saludos bikers!!!